sábado, 15 de septiembre de 2007

Encontrando la bellaza en lo cotidiano

Tengo la manía de quedarme extasiada viendo cualquier cosa bonita: una flor, un pájaro, un paisaje... resulta calmante para el alma, como si después de quemarte metes la mano en agua fría, o entras en una habitación calentita después de pasar un frío de narices. Es un bálsamo contra la fealdad del mundo. Y eso es precisamente lo que me está pasando aquí en Sheffield.

Intentar recoger esa belleza con una cámara es totalmente absurdo, la imagen queda distorsionada, la subjetividad desaparece y los sentimientos no pueden salir, por eso, cada vez que veo una foto bonita, como las del National Geographic, no puedo evitar pensar: ¡¡joder, cómo debe ser en la realidad!!.



Aquí hay algunas fotos hechas por mí en esos momentos en los que te quedas sin respiración por lo que estás viendo, aunque no son más que sombras, alejadas de la realidad, como las sombras reflejadas en el fondo de la cueva de Platón. Pero me ayudan a recordar que la belleza está ahí fuera, y que una vez la ví.

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